Pero más allá de los magníficos paisajes o las actividades deportivas, esta semana tenía una misión esencial: acoger a cada alumno como un miembro más de nuestra gran familia LFIH. Al compartir estos momentos tan intensos, nuestros recién llegados han hecho amigos, han descubierto a sus compañeros de otra manera y han aprendido que el trabajo en equipo comienza con la confianza y la ayuda mutua.
En el LFIH sabemos que, antes de aprender juntos, hay que conocerse, escucharse y disfrutar del camino. Aquí, el inicio del curso no es solo el comienzo de las clases: es el comienzo de nuevas amistades, experiencias memorables y aprendizajes que se viven tanto dentro como fuera del aula.
Con tantas risas, sonrisas y energía positiva, ¡el año escolar no podría haber empezado mejor!